Él ya tenía 76 años cuando nos conocimos. 68 vendimias a sus espaldas. Sus brazos abiertos para recibir en su casa histórica a todo el mundo que quería aprender de vino y descubrir más sobre la preciosa ciudad de Toro, su arte y su historia. Era todo una enciclopedia abierta, lista para compartir con cualquier persona con inquietudes. Una copa de vino y una hora de tiempo era lo único que necesitaba para enamorarme, de mi nuevo abuelo adoptivo. Era imposible no contagiarte con su pasión por la cultura y la historia de su querido vino de Toro.
La misma bodega donde Cristóbal Colón y los confesores de la Reina Isabel la Católica (Don Diego de Deza y el antepasado de Gildo, el Obispo Manso de Toro) se unieron para plantear el viaje del descubrimiento y así llevo Cristóbal Colón vino de esta bodega en sus primeros viajes al descubierto de Américas.
El tenía una bodega subterránea, a 16 metros debajo de su casa, construida en 1450, intacta exactamente como fue construida con sus barricas, su lagar y su prensa, utilizada por última vez en 1992.
Este vino se hizo cantando
Bébelo con moderación
Te dará salud, alegría, y sabiduría
Compartiéndolo con buena compañía
Ganarás en amistad, amor y convivencia
Es un regalo de los dioses para el disfrute de los humanos
-Gildo, 2011
Un vino donde la elegancia se entiende perfectamente con la potencia típica de Toro. Fruta tan pura, salvaje e intensa elevada a su máximo expresión con la delicada ayuda de barricas de primer nivel que aporta capas imprevisibles de sabores exquisitos. Una copa de vino de Toro, vivo, que genera pasión y transmite sensaciones cargadas del glorioso pasado, presente y futuro de esta gran zona vitivinícola.
Esto es lo que queríamos crear - una nueva relación entre la potencia y la elegancia para elaborar un
vino de Toro realmente sublime.
100% Tinta de Toro
12.944 botellas
D.O Toro. Altitud comprendida entre los 700 y 800m
Entre 40 y 90 años
Entre 900 y 2500 kg/ha
Arenoso, franco arenoso y arcillo calcáreo.
A finales de Septiembre, manual y en cajas de 12kg
Grado alcohólico = 14,9, ph = 3,7, Acidez total = 4,74 g/l, Acidez volátil = 0,6 g/l, Azúcares residuales = 2,7 g/l,
Los Marzales y Las Tijeras
Éstas parcelas aportan el esqueleto y estructura de nuestro vino. Esta uva es la base que hará posible una evolución calmada y sostenida en el tiempo, aportando longevidad.
Las Tijeras y Marzales, dos viñedos situados en el término municipal de Venialbo y sobre suelos arenosos y con grava sobre lecho arcilloso a poca profundidad.
El manejo de estas parcelas es en ecológico, y las labores buscan un equilibrio en las plantas, cuyo objetivo no es otro que llegar a un punto de maduración en el que el potencial del terroir quede reflejado en los racimos.
Las características organolépticas que se encuentran en estas parcelas, como resultado de esta viticultura excepcional son:
·Fruta: en ambas predomina la fruta negra, aunque en Marzales es mucho más intensa y de carácter maduro, siendo las Tijeras un perfil más fresco y con presencia de fruta roja en la línea de fresa madura.
·Especiados: común a las dos parcelas encontramos descriptores como aromáticas de monte bajo (romero, tomillo).
·Taninos: Marzales posee un tanino potente, reactivo y estructurante, a la vez que estrecho y profundo. Igual, pero en menor intensidad es el tanino de las Tijeras que con un perfil un poco más elegante y fresco rodea y complementa al de Marzales. Es lo que nos da la columna vertebral del vino.
Valdemantas y Picorroyo
Estos dos viñedos son la parte esencial en la construcción del vino. Por sus especiales características, por su antigüedad y por la peculiaridad de su material vegetal.
Viñedos muy viejos que guardan su esencia en pequeños racimos de uvas pequeñas con una concentración excepcional en aromas y polifenoles maduros que aportan grasa y volumen al vino.
Situados en los términos de Valdefinjas, en el caso de Valdemantas, y Toro en el caso de Picorroyo.
Picorroyo: parcela enclavada en la zona más elevada que divide los valles de Valdefinjas y La Guareña. Orientada hacia la Guareña, tiene un suelo arenoso profundo que imprime intensidad en aromas y un tanino graso. Fruta negra, fresca, intensa y predominante. Aporta un tanino maduro, graso y envolvente.
Valdemantas: este viñedo se encuentra orientado hacia el valle de Valdefinjas. Situado entre bosques de pinos, sobre un suelo arenoso profundo y rodeado de manantiales. Racimos sueltos, pequeños y de gran concentración. Fruta negra madura y dulce como la ciruela negra y orejones sutil de moderada intensidad. Lo más destacable y la característica que aporta más personalidad a este viñedo es su tanino. Tanino sedoso, voluminoso y “creciente” que crece en la boca. Cuando masticas el hollejo no se muestra rotundo, sino que se difumina en un primer momento, para reaparecer poderoso, pero amable, largo y profundo, ancho y muy persistente.
Cantadales
La parcela más discordante de Toro. Un reducto de frescura y personalidad en una de las poquísimas zonas calizas de la DO y de mayor altitud. Con una complejidad aromática extraordinaria, un tanino reactivo y de estructura media, la uva de Cantadales aporta el nervio y la chispa al Alma de Gildo.
Las características aromáticas de esta uva son particularmente diferentes a lo que habitualmente encontramos en Toro. Esto es, fruta roja intensa, especiados, flores de monte bajo (violeta y lavanda), notas balsámicas y una sutil mineralidad.
La Mina
La parcelita más pequeña, la de aspecto menos atractivo, el patito feo que se convirtió en cisne. Un pequeño frasquito lleno de fragancias, intensas y penetrantes, con un tanino medio, graso y sedoso poco concentrado que da especial protagonismo a los aromas.
Situada en el término municipal de Venialbo hacia el oeste, en la margen izquierda del arroyo Talanda, que divide a Venialbo en dos y define sus suelos. La parcela se encuentra sobre un lecho arcilloso donde se depositan arenas rojas poco profundas, lo que aporta más frescura y complejidad de aromas.
La Mina es la sal y pimienta, es la esencia del Alma de Gildo. Es esa gotita de perfume que marca la diferencia. Con una frambuesa intensa y concentrada acompañada de fresa, grosella y mora roja, de notas minerales y especiadas. La Mina da un toque especial a nuestro vino haciéndolo más intenso y vivo.
Ofrece un color tan atractivo tipico de la variedad Tinta de Toro, a pesar de su larga crianza mantiene un ribete azulado y rojo rubí. El corazón de la capa es rojo cereza picota intenso.
En nariz, es atractivo, complejo e intenso. La fruta y la madera están en completa armonía, dando paso la una a la otra en el vaivén del vino dentro de la copa. Frutas negras frescas, con un fondo acidulado que recuerda a la mermelada de frambuesa, ciruela negra en una combinación casi perfecta con hierbas secas de monte bajo (tomillo, cantueso, orégano…) y notas ligeramente minerales. Son los terroirs en estado puro, la mezcla de los 6 pequeños viñedos viejos, cada uno aportando su esencia.
En boca destaca la amabilidad de los taninos. Entra voluminoso, graso, con una sensación ligeramente dulce, llena la cavidad bucal y explota en aromas. Su recuerdo es inmenso y largo. Salen de nuevo las frutas negras con intensidad, el monte bajo, los especiados y el cacao de las maderas dejando una sensacion sublime en boca.
La madera aparece sutilmente, apoyando a la fruta, con un protagonismo secundario pero necesario. Las 14 tipos diferentes de barricas con origenes y tamaños diferentes aportan complejidad, finura, elegancia y dulzura. Los ligeros tostados, el cacao, las especias como la canela, el clavo o la pimienta blanca se sienten desplegar con el movimiento de la copa.
Es un vino hecho para aguantar en la botella, expresarse en la copa y permanecer casi inalterable durante horas. Su evolución en la copa es inverosímil y sorprendente, lo que nos da una idea de la personalidad arrolladora de este vino. Y nada más: está hecho para ser disfrutado con pasión y todos los sentidos puestos en él. Estamos ante un vino con un largo y emocionante recorrido por delante.
Este vino se hizo cantando
Bébelo con moderación
Te dará salud, alegría, y sabiduría
Compartiéndolo con buena compañía
Ganarás en amistad, amor y convivencia
Es un regalo de los dioses para el disfrute de los humanos
-Gildo, 2011
Él ya tenía 76 años cuando nos conocimos. 68 vendimias a sus espaldas. Sus brazos abiertos para recibir en su casa histórica a todo el mundo que quería aprender de vino y descubrir más sobre la preciosa ciudad de Toro, su arte y su historia. Era todo una enciclopedia abierta, lista para compartir con cualquier persona con inquietudes. Una copa de vino y una hora de tiempo era lo único que necesitaba para enamorarme, de mi nuevo abuelo adoptivo. Era imposible no contagiarte con su pasión por la cultura y la historia de su querido vino de Toro.
El tenía una bodega subterránea, a 16 metros debajo de su casa, construida en 1450, intacta exactamente como fue construida con sus barricas, su lagar y su prensa, utilizada por última vez en 1992.
La misma bodega donde Cristóbal Colón y los confesores de la Reina Isabel la Católica (Don Diego de Deza y el antepasado de Gildo, el Obispo Manso de Toro) se unieron para plantear el viaje del descubrimiento y así llevo Cristóbal Colón vino de esta bodega en sus primeros viajes al descubierto de Américas.
Un vino donde la elegancia se entiende perfectamente con la potencia típica de Toro. Fruta tan pura, salvaje e intensa elevada a su máximo expresión con la delicada ayuda de barricas de primer nivel que aporta capas imprevisibles de sabores exquisitos. Una copa de vino de Toro, vivo, que genera pasión y transmite sensaciones cargadas del glorioso pasado, presente y futuro de esta gran zona vitivinícola.
Esto es lo que queríamos crear - una nueva relación entre la potencia y la elegancia para elaborar un
vino de Toro realmente sublime.
100% Tinta de Toro
12.944 botellas
D.O Toro. Altitud comprendida entre los 700 y 800m
Entre 40 y 90 años
Entre 900 y 2500 kg/ha
Arenoso, franco arenoso y arcillo calcáreo.
A finales de Septiembre, manual y en cajas de 12kg
Grado alcohólico = 14,9, ph = 3,7, Acidez total = 4,74 g/l, Acidez volátil = 0,6 g/l, Azúcares residuales = 2,7 g/l,
Los Marzales y Las Tijeras
Éstas parcelas aportan el esqueleto y estructura de nuestro vino. Esta uva es la base que hará posible una evolución calmada y sostenida en el tiempo, aportando longevidad.
Las Tijeras y Marzales, dos viñedos situados en el término municipal de Venialbo y sobre suelos arenosos y con grava sobre lecho arcilloso a poca profundidad.
El manejo de estas parcelas es en ecológico, y las labores buscan un equilibrio en las plantas, cuyo objetivo no es otro que llegar a un punto de maduración en el que el potencial del terroir quede reflejado en los racimos.
Las características organolépticas que se encuentran en estas parcelas, como resultado de esta viticultura excepcional son:
·Fruta: en ambas predomina la fruta negra, aunque en Marzales es mucho más intensa y de carácter maduro, siendo las Tijeras un perfil más fresco y con presencia de fruta roja en la línea de fresa madura.
·Especiados: común a las dos parcelas encontramos descriptores como aromáticas de monte bajo (romero, tomillo).
·Taninos: Marzales posee un tanino potente, reactivo y estructurante, a la vez que estrecho y profundo. Igual, pero en menor intensidad es el tanino de las Tijeras que con un perfil un poco más elegante y fresco rodea y complementa al de Marzales. Es lo que nos da la columna vertebral del vino.
Valdemantas y Picorroyo
Estos dos viñedos son la parte esencial en la construcción del vino. Por sus especiales características, por su antigüedad y por la peculiaridad de su material vegetal.
Viñedos muy viejos que guardan su esencia en pequeños racimos de uvas pequeñas con una concentración excepcional en aromas y polifenoles maduros que aportan grasa y volumen al vino.
Situados en los términos de Valdefinjas, en el caso de Valdemantas, y Toro en el caso de Picorroyo.
Picorroyo: parcela enclavada en la zona más elevada que divide los valles de Valdefinjas y La Guareña. Orientada hacia la Guareña, tiene un suelo arenoso profundo que imprime intensidad en aromas y un tanino graso. Fruta negra, fresca, intensa y predominante. Aporta un tanino maduro, graso y envolvente.
Valdemantas: este viñedo se encuentra orientado hacia el valle de Valdefinjas. Situado entre bosques de pinos, sobre un suelo arenoso profundo y rodeado de manantiales. Racimos sueltos, pequeños y de gran concentración. Fruta negra madura y dulce como la ciruela negra y orejones sutil de moderada intensidad. Lo más destacable y la característica que aporta más personalidad a este viñedo es su tanino. Tanino sedoso, voluminoso y “creciente” que crece en la boca. Cuando masticas el hollejo no se muestra rotundo, sino que se difumina en un primer momento, para reaparecer poderoso, pero amable, largo y profundo, ancho y muy persistente.
Cantadales
La parcela más discordante de Toro. Un reducto de frescura y personalidad en una de las poquísimas zonas calizas de la DO y de mayor altitud. Con una complejidad aromática extraordinaria, un tanino reactivo y de estructura media, la uva de Cantadales aporta el nervio y la chispa al Alma de Gildo.
Las características aromáticas de esta uva son particularmente diferentes a lo que habitualmente encontramos en Toro. Esto es, fruta roja intensa, especiados, flores de monte bajo (violeta y lavanda), notas balsámicas y una sutil mineralidad.
La Mina
La parcelita más pequeña, la de aspecto menos atractivo, el patito feo que se convirtió en cisne. Un pequeño frasquito lleno de fragancias, intensas y penetrantes, con un tanino medio, graso y sedoso poco concentrado que da especial protagonismo a los aromas.
Situada en el término municipal de Venialbo hacia el oeste, en la margen izquierda del arroyo Talanda, que divide a Venialbo en dos y define sus suelos. La parcela se encuentra sobre un lecho arcilloso donde se depositan arenas rojas poco profundas, lo que aporta más frescura y complejidad de aromas.
La Mina es la sal y pimienta, es la esencia del Alma de Gildo. Es esa gotita de perfume que marca la diferencia. Con una frambuesa intensa y concentrada acompañada de fresa, grosella y mora roja, de notas minerales y especiadas. La Mina da un toque especial a nuestro vino haciéndolo más intenso y vivo.
Ofrece un color tan atractivo tipico de la variedad Tinta de Toro, a pesar de su larga crianza mantiene un ribete azulado y rojo rubí. El corazón de la capa es rojo cereza picota intenso.
En nariz, es atractivo, complejo e intenso. La fruta y la madera están en completa armonía, dando paso la una a la otra en el vaivén del vino dentro de la copa. Frutas negras frescas, con un fondo acidulado que recuerda a la mermelada de frambuesa, ciruela negra en una combinación casi perfecta con hierbas secas de monte bajo (tomillo, cantueso, orégano…) y notas ligeramente minerales. Son los terroirs en estado puro, la mezcla de los 6 pequeños viñedos viejos, cada uno aportando su esencia.
En boca destaca la amabilidad de los taninos. Entra voluminoso, graso, con una sensación ligeramente dulce, llena la cavidad bucal y explota en aromas. Su recuerdo es inmenso y largo. Salen de nuevo las frutas negras con intensidad, el monte bajo, los especiados y el cacao de las maderas dejando una sensacion sublime en boca.
La madera aparece sutilmente, apoyando a la fruta, con un protagonismo secundario pero necesario. Las 14 tipos diferentes de barricas con origenes y tamaños diferentes aportan complejidad, finura, elegancia y dulzura. Los ligeros tostados, el cacao, las especias como la canela, el clavo o la pimienta blanca se sienten desplegar con el movimiento de la copa.
Es un vino hecho para aguantar en la botella, expresarse en la copa y permanecer casi inalterable durante horas. Su evolución en la copa es inverosímil y sorprendente, lo que nos da una idea de la personalidad arrolladora de este vino. Y nada más: está hecho para ser disfrutado con pasión y todos los sentidos puestos en él. Estamos ante un vino con un largo y emocionante recorrido por delante.
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